jueves, 19 de marzo de 2009

De Hombre a Hombre (Zombies)

Un cuervo se posa sobre el árbol. La muerte a decidido salir a las calles ¿Es eso coherente? Pero él sólo observa, no le daña, no le molesta. Habrá comida gratis algún tiempo, si “ellos” no devoran todo antes. Los ratones podrán roer un poco de carne, o beber sangre. Los zorros, aprovecharán para salir a plena luz del día, ya cuando no hayan más personas yendo y viniendo. Las cucarachas y moscas, podrán lamer los restos y los insectos, saborear lo que quede de los cuerpos.
Pero la muerte aún va por las calles. Es como si el infierno hubiese subido ¿Qué es lo que ocurre? Todas las personas sangrando y quejumbrosas, como adolorídas, hambrientas y esta vez, no van detrás de otros.

Oscuridad. Silencio. Recorro los pasillos tranquilo. Sé que no debería estar tan calmo, pero no sirve de nada alarmarme. Las paredes parecen cerrarse sobre mí ¡Escucho pasos! Un hombre pasa corriendo por el otro pasillo, seguido de otro, lo está persiguiendo. De inmediato me ocultó. Pasan cerca de mí, el que va detrás le salta encima, otros dos llegan, entre ellos una mujer... Escucho sus gruñidos, son como bestias salvajes, sedientas de sangre. Lo comienzan a desgarrar, puedo ver sus entrañas cubiertas de sangre. El hombre aún grita. Luego se calla, deja de moverse... y ellos siguen devorándolo.
Quedo paralizado en mi lugar, falta poco para que terminen y están a centímetros de mí. Lentamente me voy alejando. Cuando uno me advierte. Gira su cabeza hacia mí con tal velocidad, que ya no parece humano. Su boca está llena de sangre, la abre como una fiera. Se lanza hacia mí, intento huir, pero me salta encima, siento sus dedos fríos enterrarse en mi espalda y quebrar mis costillas.

Tapo mi boca para no gritar. Los escucho correr por los techos. Están queriendo entrar en la casa. Golpean las ventanas, la puerta, las paredes. Aún oculto bajo la cama... sé que no estoy a salvo. Escucho los vidrios quebrarse, la puerta caer... comienzan a entrar como una estampida. Se arrojan bajo la cama, ni siquiera intentan sacarme fuera, quieren comerme vivo. Los siento tomarme de todos lados; cubro más mi boca, cuando me comienzan a morder los tobillos. No voy a gritar, no voy a gritar...

Corro, sin mirar atrás. Creo que los perdí... Pero estoy débil y herido... no puedo seguir. Entonces, advierto que ya no tengo fuerzas, pero aún mi cuerpo se mueve... ¡¿Pero como?! Siento mucha hambre y enormes deseos de comer. Mi vista se nubla. Diviso a alguien delante... una mujer... Grita al verme, intento hablarle, pero sólo logro gruñir. Ella se defiende, pero encuentro que tengo mucha más fuerza que antes y la sostengo con torpeza. Su grito se ahoga, cuando le muerdo el cuello.

¡¿Cuándo va a terminar esto?! ¡¿Cuando?!

El amaneces sonroja las calles rojas y desoladas. A las calles las cruza el viento, a las veredas, las caminan las ratas, a los parques, los habitan las aves y de la ciudad, la muerte hizo su casa...

Al fin y al cabo, sólo el hombre puede destruir al hombre...



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