martes, 23 de junio de 2009

Arrullos (Zombies)

Un ronroneo sisea en la oscuridad, no es más que la muerte acunándose; son las maderas viejas chillando al ser pisadas. Escucho el clic de mi arma al cargarla y luego mantengo mi respiración. Escucho sus quejidos en algún lugar del edificio. Sus pasos, el lugar quejumbroso bajo sus pies. Rasguñan las paredes, se chocan entre sí; no van a ningún lado. Nada más escucho a mi alrededor.

Un olor putrefacto rodea el cuarto, se vá volviendo más fuerte. Mi estomago se revuelve. Sólo pienso en salir y descargar todas mis municiones sobre ellos... pero son tantos...

Mis ojos se llenan de lágrimas, estoy asustada.

¡La muerte no tiene que ser así! Si uno muere debe irse ¡¿Y por qué ellos no se van?! ¿Acaso aún tiene que hacer? ¿Y por qué nos matan? ¿Nos tienen celos?

Escucho un quejido, una mujer, su voz suena ronca, como si tuviese la garganta muy ceca. Otro gemido... suena como un llanto. Sé que sufren o al menos eso parece... pero no tengo la culpa... Ni siquiera sé de donde vienen.

Un golpe seco me hace saber que están cerca, alguien golpeó la puerta del cuarto de limpieza, donde me escondo. Araña la puerta y sigue su camino.

¿Cuántos habrán ya?

No quiero salir...

Han pasado horas... y aún los escucho. Es un solo gemido, algo apagado. De pronto recuerdo que tenía una linterna en mi bolsillo. La saco y prendo, para revisar mejor el lugar. No hay nada, sólo escobas y trapos. Quizás me sirvan... Tomo una de las escobas, cuando de repente, una mano se estira hacia mí e intenta agarrarme, pero doy un salto y me echo hacia atrás. Alguien cae, quejándose... él era a quien escuchaba... es alguien delgado, de aspecto joven, huesudo y pálido... su ropa está llena de sangre... una mancha más grande imita algún cuadro sombrío, como si hubiesen estrellado algo contra su espalda... El chico levanta la cabeza, intentando ponerse de pié con movimientos torpes; sus ojos blanquecinos por no pestañear, apenas pueden ver... pero de alguna manera, él sabe que estoy allí... estaba esperando escondido a que me acercase.


El chico debe tener mi edad o un poco más... Le apunto directo a la cabeza, al tiempo que mis lágrimas mojan el suelo.... “Lo siento...” pienso para mí, intentando consolarme y disparo. De inmediato deja de moverse, pero de todas formas, la experiencia me basta para decidir salir del cuarto.

Afuera no hay nadie. Solo pisos manchados de sangre. El lugar yace desierto, sin nadie más que yo recorriendo los pasillos. Al asomarme por las ventanas que se estiran a lo largo del pasillo, veo con horror una escena que hiela mis venas: miles de esas cosas caminando por las calles, algunos, se retuercen en el suelo...

Nuevamente cargo mi arma. Me quedan pocas municiones... pero sé que puedo contra ellos. ¡Ellos ya no tiene derecho a estar pisando la Tierra! ¡Y yo sí!

Otros quejidos, cruzando el pasillo, me hacen saber que vienen hacia mi... puedo ver sus reflejos en la sangre fresca. No espero a que lleguen... los voy a buscar.

Frente a mí, veo un grupo de ellos... intentan caminar, dos caen... Guardo mi arma en mi cinturón, la usaré cuando en verdad la necesite... Son tan torpes que puedo vencerlos con mis propias manos.
Así, me lanzo en carrera contra ellos... pero la sangre del piso aún está fresca, resbala, pero no me hace perder el equilibrio. Entonces, tropiezo con mi propio pié. Y caigo.

La muerte se arrulla, la escucho, es como un ronroneo, viene de ellos... ¿Acaso... la muerte está jugando con sus cuerpos o sólo padece insomnio? De cualquier forma... no descansarán en paz...

Fin?

jueves, 19 de marzo de 2009

De Hombre a Hombre (Zombies)

Un cuervo se posa sobre el árbol. La muerte a decidido salir a las calles ¿Es eso coherente? Pero él sólo observa, no le daña, no le molesta. Habrá comida gratis algún tiempo, si “ellos” no devoran todo antes. Los ratones podrán roer un poco de carne, o beber sangre. Los zorros, aprovecharán para salir a plena luz del día, ya cuando no hayan más personas yendo y viniendo. Las cucarachas y moscas, podrán lamer los restos y los insectos, saborear lo que quede de los cuerpos.
Pero la muerte aún va por las calles. Es como si el infierno hubiese subido ¿Qué es lo que ocurre? Todas las personas sangrando y quejumbrosas, como adolorídas, hambrientas y esta vez, no van detrás de otros.

Oscuridad. Silencio. Recorro los pasillos tranquilo. Sé que no debería estar tan calmo, pero no sirve de nada alarmarme. Las paredes parecen cerrarse sobre mí ¡Escucho pasos! Un hombre pasa corriendo por el otro pasillo, seguido de otro, lo está persiguiendo. De inmediato me ocultó. Pasan cerca de mí, el que va detrás le salta encima, otros dos llegan, entre ellos una mujer... Escucho sus gruñidos, son como bestias salvajes, sedientas de sangre. Lo comienzan a desgarrar, puedo ver sus entrañas cubiertas de sangre. El hombre aún grita. Luego se calla, deja de moverse... y ellos siguen devorándolo.
Quedo paralizado en mi lugar, falta poco para que terminen y están a centímetros de mí. Lentamente me voy alejando. Cuando uno me advierte. Gira su cabeza hacia mí con tal velocidad, que ya no parece humano. Su boca está llena de sangre, la abre como una fiera. Se lanza hacia mí, intento huir, pero me salta encima, siento sus dedos fríos enterrarse en mi espalda y quebrar mis costillas.

Tapo mi boca para no gritar. Los escucho correr por los techos. Están queriendo entrar en la casa. Golpean las ventanas, la puerta, las paredes. Aún oculto bajo la cama... sé que no estoy a salvo. Escucho los vidrios quebrarse, la puerta caer... comienzan a entrar como una estampida. Se arrojan bajo la cama, ni siquiera intentan sacarme fuera, quieren comerme vivo. Los siento tomarme de todos lados; cubro más mi boca, cuando me comienzan a morder los tobillos. No voy a gritar, no voy a gritar...

Corro, sin mirar atrás. Creo que los perdí... Pero estoy débil y herido... no puedo seguir. Entonces, advierto que ya no tengo fuerzas, pero aún mi cuerpo se mueve... ¡¿Pero como?! Siento mucha hambre y enormes deseos de comer. Mi vista se nubla. Diviso a alguien delante... una mujer... Grita al verme, intento hablarle, pero sólo logro gruñir. Ella se defiende, pero encuentro que tengo mucha más fuerza que antes y la sostengo con torpeza. Su grito se ahoga, cuando le muerdo el cuello.

¡¿Cuándo va a terminar esto?! ¡¿Cuando?!

El amaneces sonroja las calles rojas y desoladas. A las calles las cruza el viento, a las veredas, las caminan las ratas, a los parques, los habitan las aves y de la ciudad, la muerte hizo su casa...

Al fin y al cabo, sólo el hombre puede destruir al hombre...



domingo, 18 de enero de 2009

Unicornio Carmesi


"Todo tiene un lado oscuro y otro claro que libera en el momento exacto; aquel momento que ha conseguido seducirnos y sabe que queremos más de él. Es como si esperase el instante para atacar y obligarnos a hincar el colmillo en esa otra parte que nunca habíamos saboreado.

Son como amantes. De ésas que te seducen mostrándote sólo aquello que quieres ver y esperan ese momento exacto, en el que saben que ya te han enamorado y podrán mostrarte su otra cara sin que huyas. En ese momento, en el que están seguras de que no podrás detenerte, porque tienes tanta sed de ellas que te sumerges, deseoso de descubrir.

Pero claro, es ilógico pensar que algo abstracto o inanimado, como un arte o un objeto, pueda pensar. Somos nosotros los que les damos vida y les hacemos actuar así. Desde un comienzo, muy dentro, tenemos conocimiento de que todo tiene un lado perverso y otro inocente... y eso nos excita."


"En Búsca del Paraiso"

- Bajo la Seducción de la Piel del Dragón Ambicioso.